• Eternamente Franco

    19,90

    SINOPSIS

    Franco, su régimen y los símbolos de este se ha convertido en la medida del Mal. Todo lo malo se atribuye a Franco y todo lo relacionado con Franco es malo.

    Sin embargo, la transformación de Franco en caricatura le hace sencillamente incomprensible. Al haberle elevado a la categoría de mal por excelencia, de mal metafísico, le han sacado de la historia. Nada de lo que Franco fue, o hizo, puede explicarse en términos históricos racionales.

    Ordenado en amenísimos capítulos monográficos, Eternamente Franco ofrece un análisis racional y razonable de Franco y su tiempo.

    Su autor, el periodista y escritor Pedro Fernández Barbadillo, no se arredra ante las cuestiones más incómodas y aborda desde la represión de la oposición hasta la implicación de la CIA y los servicios de información del régimen en la gestación del PSOE; desde los «niños robados», hasta el hambre de posguerra como herencia del desastre republicano, o los cambios en la condición legal de la mujer.

    Un libro que trata de explicarnos a Franco y al franquismo colocándolos en el pasado al que pertenecen con dos elementos de los que prescinde la historiografía actual: los hechos y los datos.

    Por eso, «Eternamente Franco» es escandaloso y sorprendente.

  • La vida oculta de Jesús

    16,90

    SINOPSIS

    Pocos pasajes son tan sugerentes como aquel con el que San Juan pone punto final a su Evangelio: “Jesús hizo también muchas otras cosas. Si se las relatara detalladamente, pienso que no bastaría todo el mundo para contener los libros que se escribirían”. Pues bien, he aquí uno de esos libros.

    Su autora, Ana Catalina de Emmerick, es una de las figuras más fascinantes de la historia de la Iglesia. Desde muy niña y hasta su muerte, Dios le señaló con todo tipo de dones sobrenaturales, entre ellos, el de ser testigo directo de episodios del Antiguo y el Nuevo Testamento, y todo sin moverse de la cama, impedida por su frágil salud.

    Por supuesto, la Iglesia de la época llevó a cabo exhaustivas investigaciones, no fuese que todo se tratara de una superchería. Pero no solo la Iglesia. También tomaron cartas en el asunto las autoridades civiles prusianas y las napoleónicas, estas últimas nada sospechosas de catolicismo. Todas las investigaciones, incluso las que partían del prejuicio como punto de partida, concluyeron con que no había artificio alguno ni en Emmerick ni en nada de lo que le rodeaba.

    El 3 de octubre de 2004, Juan Pablo II beatificó a Ana Catalina Emmerick. Aquel día, volvió a quedar claro que los procesos de beatificación y canonización no suponen un juicio sobre fenómeno sobrenatural alguno, sino que son, más bien, el reconocimiento oficial por parte de la Iglesia de la santidad de vida de uno de sus hijos, siendo tales fenómenos, en todo caso, el refrendo de unas virtudes ejemplares.