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Don Marcelo. Volumen II
29,90€SINOPSIS
«[…] Procuraste con gran empeño la formación de los sacerdotes y del pueblo, dado que la ignorancia, sobre todo en el ámbito religioso, es causa de muchos males; en cambio, la recta doctrina disipa en gran medida las sombras del error. Y esto lo has conseguido, tanto con la palabra viva y la predicación, como con las cartas escritas […] Además, comprendiendo bien la íntima eficacia de los Sacramentos, has trabajado, con tu ejemplo, para que los sacerdotes pongan su empeño y su alma en celebrarlos con la mayor piedad y asiduidad posibles. […] Te has preocupado de ayudar a los pobres con todo lo que has podido, bien consciente de que ellos son miembros insignes del Cuerpo de Cristo. […] Has prestado atención a los sacerdotes, a los religiosos y al pueblo con una preocupación pastoral tan solícita […] que ha contribuido poderosamente a alimentar la fe sagrada en Cristo. Has visitado, y con frecuencia, casi todas las Parroquias, con notable aumento de la mutua caridad. Tu labor se ha extendido también a fomentar […] las prácticas de piedad, y a organizar Semanas para tratar, aumentar y renovar la religión, así como el Seminario y los Centros de Enseñanza; todo lo cual […] se considera indispensable para lograr sacerdotes y laicos bien instruidos. […]
Tu alabanza mayor está reservada a Cristo, el Cual te premiará, como es Nuestro deseo. Bien sabemos que no siempre has navegado por mares tranquilos, pero ¿a quién no alcanza el oleaje? Sigue, pues, por el camino emprendido, confiando en Dios, a Quien sea la gloria por los siglos».
San Juan Pablo II a Don Marcelo, en su XXV Jubileo episcopal
Este es el segundo volumen de Don Marcelo, que recoge numerosas fuentes y testimonios que dan fe de la vida del cardenal Primado y narra algunas de sus «transiciones»: la de sacerdote a obispo, responsabilidad angustiante que no deseaba; la de su traslado de Astorga a Barcelona, al que fue reticente; la de la Iglesia anterior al Vaticano II a la del posconcilio, donde queda de manifiesto el celo con el que Don Marcelo trató de aplicar el Concilio como hijo humilde y agradecido de la Iglesia; o la Transición, el advenimiento de la democracia a España, durante la cual su postura también es incomprendida demasiadas veces.
Los autores recogen también muchos detalles de sus relaciones con figuras esenciales para la vida de la Iglesia durante el último siglo, como los santos pontífices Juan XXXIII, Pablo VI y Juan Pablo II; san Josemaría Escrivá y el beato Álvaro del Portillo; santa Maravillas de Jesús, el cardenal Tarancón o el general Franco.
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AristótelesJosé Ramón Ayllón
Aristóteles en tu camino
4,90€SINOPSIS
La vida es un camino largo y trabajoso. Entre aquellos que mejor lo han recorrido están, sin duda, los sabios y los santos. En la Atenas del siglo IV a.C., Aristóteles marcó, en mayor medida que ningún otro sabio, los caminos que después habría de recorrer el pensamiento humano. Con sus análisis definitivos sobre ética y política, dejó claro en qué consiste la vida lograda de las personas y de las sociedades, y cómo pueden ambas alcanzar la excelencia.
Toda la ética de Grecia, Roma y la Europa cristiana es una propuesta sobre virtudes, y todas las virtudes se pueden reducir a las cuatro propuestas por Homero, Sócrates, Platón, Aristóteles y los estoicos, denominadas más tarde cardinales porque sobre ellas gira la vida moral. Los textos de Aristóteles que hemos seleccionado pertenecen a su Ética a Nicómaco, uno de los pilares de occidente, junto a la Biblia, la Odisea y el Derecho romano.
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Paul Thigpen
Santos que vieron el Infierno
19,90€SINOPSIS
Gusanos que roen, fuego que no se apaga, oscuridad total, llanto y rechinar de dientes. Con estas terribles palabras, Dios nos advierte de que el Infierno es real… y de que, como real, también es un destino posible.
Desde los primeros tiempos de la Iglesia, santos y otros videntes católicos han relatado horribles escenas de castigo eterno. Docenas de santos a lo largo de la historia han descrito los terrores del Infierno y relatado el horror de ser separados de Dios por la eternidad. Son dones que Dios concede a aquellos capaces de soportarlos para que el resto podamos corregirnos y arrepentirnos.
En Santos que vieron el Infierno, las visiones y testimonios de san Juan Bosco, santa Teresa de Ávila, los pastorcitos de Fátima, Ana Catalina Emmerick, santa Faustina Kowalska, santa Hildegarda de Blingen, santa Catalina de Siena o san Beda se dan cita con las advertencias de Jesucristo, los profetas y los apóstoles sobre este terrible destino.
Las escenas de estas páginas, que varían en detalles y fuentes, dan testimonio de una verdad desgarradora: el Infierno es la garantía final de que lo que hacemos en la Tierra importa realmente. En ocasiones, un vistazo a las penas y tormentos de las almas condenadas en el Infierno es lo que necesitamos para continuar, ya con esfuerzos renovados, nuestro camino para amar más a Cristo y alcanzar, con Su ayuda, la gloriosa felicidad del Cielo.
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